Como personas emocionales y sociales que somos es necesario que seamos conscientes de nuestras emociones para poder gestionarlas y de cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.

Como artistas esto es todavía más necesario, ya que trabajamos con nuestras emociones. Al componer una música, interpretar una partitura, cantar una canción, bailar una coreografía o recitar un texto nos estamos exponiendo al mundo y nos estamos emocionando. Y a la vez creamos lazos de relaciones con esas personas con las que trabajamos y también con aquellas que nos ven o escuchan.

Los artistas no solo somos artistas, también somos personas, que sienten, se emocionan, se relacionan… Somos personas con diferentes roles, con diferentes capas. Muchas veces, durante nuestra formación y en nuestros trabajos, esta parte se nos olvida, se les olvida, y aparecen conflictos internos que nos impiden avanzar en nuestros proyectos tanto personales como profesionales y artísticos.

Ser conscientes de nuestras emociones, de como nos comunicamos, de como nos relacionamos en las diferentes situaciones de nuestras vidas, son puntos claves que, si transferimos a nuestro trabajo artístico, no solo puede enriquecerlo sino también generar nuevos espacios de creación que traspasen las fronteras de lo cotidiano.